Como es natural, me casé
en Madrid el año 1967, en la Iglesia del Perpetuo Socorro que era (y es) la más
cercana al domicilio de mi novia. Además, era muy bonita y tiene un órgano
precioso que nos obsequió en la ceremonia.
En el momento de casarnos,
me acuerdo que el cura nos puso encima de las cabezas una especie de tul blanco.
El sacerdote me aclaró que no se extrañaba de nuestro desconcierto, pues en
Barcelona las parejas se casan por el rito romano mientras que en Madrid lo
hacen por el rito toledano.
Iglesia del Perpetuo Socorro, Madrid |
Después de la boda, nos fuimos
a comer toda la familia a un restaurante de mucha categoría llamado De Torres,
situado en la calle enfrente de la plaza de toros de las Ventas. Después de
comer, un primo de Aurora que estuvo en el convite nos llevó a su pueblo,
Arenas de San Pedro, en Ávila. Este familiar nos llevó a visitar el pueblo, que
es muy bonito: nos enseñó los toros de Guisando, la montaña de la mujer muerta
y una gruta con estalactitas y estalagmitas.
Toros de Guisando, arenas de San Pedro |
La noche de bodas la pasamos
en su casa y, al cabo de un par de días, volvimos a Madrid, aunque debimos
esperar todavía unos días la partida de luna de miel (el avión a Mallorca no
salía hasta 8 días después de la boda).
Mi mujer no había subido
nunca a un avión y tuvo la mala suerte de que fue un trayecto muy malo por el
tiempo. El avión hacía cosas raras y nos pidieron que fuésemos todo el viaje
con el cinturón de seguridad puesto, hasta las azafatas iban sentadas con los
cinturones! Por tanto, no nos dieron la cena y, al llegar a Palma, nos esperaba
un autocar que nos llevó al hotel Terramar.
Como no habíamos cenado,
al llegar al hotel nos esperaban con una cena. Teníamos mucha hambre y todavía
recuerdo la cara que puso Aurora cuando le dije que la cena era hígado, aunque
se lo comió todo porque estaba muy bueno (creo que fue la primera y última vez
que comió hígado). Desde nuestra habitación se veía el castillo de Bellver… qué
tiempos tan felices!
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