Queridos amigos lectores,
cuántos años han pasado desde la última vez que escribí!
En este tiempo,
lamentablemente no he recuperado la vista, pero sigo aquí con ideas, vivencias
e historias que me rondan por la cabeza. Y la insistencia de mi hija y de su
amiga Mayte ha vencido mi negativa de seguir escribiendo en este blog sin ser
yo quien lo hiciese. Ahora, ellas son mis manos y mis ojos: mientras yo les explico
ideas, ellas las transcriben.
Y después de esta breve
introducción, aquí llega una nueva historieta.
Hoy en día es
sorprendente la facilidad para comunicarnos que tenemos las personas: aparte de
la correspondencia escrita tradicional, existen los teléfonos móviles, el whatsapp,
el correo electrónico… todo al alcance de la mano. Sin embargo, cuando yo era
joven y mi novia vivía en Madrid, era realmente difícil poder hablar con ella o
mandarle mensajes que no fuesen filtrados por su abuela o su madre.
Nosotros no teníamos
teléfono en casa, así que no tenía otro remedio que ir al locutorio de Fontana
(barrio de Gràcia, en Barcelona) para poder hablar con ella. Podía hacerlo
también desde una cabina telefónica, pero prefería hacerlo desde el locutorio
porque el peligro de que se cortase la comunicación era menor. Por cierto, un
cálido recuerdo a las cabinas telefónicas, esas que hoy están desapareciendo
porque, igual que el fax, la máquina de escribir o los cassettes, han dejado de
ser rentables y útiles. ¿A cuántas personas conocéis que no tengan móvil hoy?.
Así, cada sábado por la
tarde cogía 100 pesetas (0.6 euros de hoy) y caminaba unos 15 minutos desde mi
casa hasta el locutorio. Allí, una señorita me preguntaba el número de teléfono
con el cual quería contactar, llamaba a una centralita conectando unos cables
como los que se ven en la foto y me mandaba a una cabina cuando la comunicación
se establecía. Llamar de Barcelona a Madrid era una conferencia y costaba
bastante dinero, pero oír la voz de mi novia, siempre alegre, se convertía en
uno de los mejores momentos de la semana!
Otra cosa que hacíamos
para comunicarnos por carta era enviarnos mensajes secretos. Por aquel entonces
(años 50), era relativamente normal que los padres o abuelos leyesen la
correspondencia de sus hijas, o que no las dejasen ir a una fiesta solas, sino
que algún familiar las debía acompañar. Todavía recuerdo a la abuela Cándida
sentada en un lugar preferente de los guateques vigilando que nadie se
sobrepasara con mi novia Aurorita, vaya vergüenza que pasábamos los dos!
El caso es que, para evitar la
censura, al principio le escribía cartas dirigidas a un apartado de correos.
Así, ella las recogía y leía cuando podía, sin testigos alrededor. Pero más
adelante se me ocurrió otro sistema, aprovechando que los sobres de las cartas
estaban forrados: aunque la correspondencia llegaba a su casa y sus padres la
leían, lo que no sabían es que tras el forro azul del sobre se escondían más
palabras de amor. Ella sólo tenía que quitar el papel azul y leer lo que había
escrito en el sobre. Este sistema lo empleábamos los dos y no sabéis cómo
lamento no haber conservado ni una sola de esas cartas que nos enviábamos y que
eran una prueba más de nuestro amor.
Quién hubiese tenido móvil
con tarifa plana y unos gigas de datos!
8 comentarios:
Estic molt contenta de tornar a llegir el seu blog, avi Torrents!!!
Qué guai papi !!
No sabía ésto de las cartas secretas de los sobres !
Realmente todavía tienes cosas por explicarnos de tu pasado !
Ya tengo ganas de leer la próxima !!
Besotes
Siscu
Que alegría poder volver a leer tantas historia .Esta en particular es muy especial. Lo que hace la necesidad, agudiza mucho la imaginación. Yo también recuerdo cuando se tenía que pedir a la centralita una conferencia y muchas veces tardaban hasta horas en recibirla. Una abrasada ben forta sr Torrens
Que alegría poder volver a leer tantas historia .Esta en particular es muy especial. Lo que hace la necesidad, agudiza mucho la imaginación. Yo también recuerdo cuando se tenía que pedir a la centralita una conferencia y muchas veces tardaban hasta horas en recibirla. Una abrasada ben forta sr Torrens
Una alegría ver de nuevo tus escritos. Da lo mismo la mano que maneja la pluma, es un decir, lo importante es la fuente de donde manan las ideas y las experiencias. Un abrazo. Me alegro mucho
Bon dia,m'alegro molt de veure que continues amb les teves "histories" mai millor dit ja que son histories reals de la teva vida..que sempre son molt interesants i en alguns casos allisonadores pèls de la professió (raigs X) o tambe pels amics dels ferrocarrils...............ens veiem dijous per dinar i fer les xarrades informals de sobretaula...Una abraçada i anims que ja se que no et falten ni anims ni amics.
ricard sanz cardiel
Qué alegría saber que todavía lees este blog! Yo veo muy poquito y no puedo leer ni escribir, pero me acuerdo de mis amigos, y sé que eres el Ángel de Olavide!
Un abrazo enorme
Qué alegría saber que todavía lees este blog! Yo veo muy poquito y no puedo leer ni escribir, pero me acuerdo de mis amigos, y sé que eres el Ángel de Olavide!
Un abrazo enorme
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